Las
orugas se alimentan de la materia vegetal que las rodea: hojas, flores, frutos,
tallos, raíces, lo que les da gran importancia agrícola al constituir plagas
importantes a cultivos. Algunas especies son capaces de minar (generar túneles)
en las superficies de las que se alimentan. Otras, en cambio, aprovechan
las manufacturas humanas,
o bien productos almacenados (harinas, granos...).
Los
adultos, a excepción de los representantes de la familia Micropterigidae (cuya
alimentación, derivada de su capacidad masticatoria, abarca a polen, esporas de hongos, etc), se alimentan
libando, es decir, absorbiendo néctar u
otras sustancias líquidas mediante su aparato bucal lamedor-chupador
(espiritrompa). No obstante, existen especies cuyo ciclo vital exige una corta
fase de imago: en estos casos, el adulto ni se alimenta, sino que destina todas
sus energías a la reproducción.
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